Los primeros estudios sobre violencia intrafamiliar (VIF) suponían que ocurría exclusivamente en familias disfuncionales y sus causas explicativas estaban centradas sobre todo en el desempleo del jefe de hogar, el hacinamiento, el consumo de alcohol, tabaco o sustancias psicoactivas, el nivel económico de las familias o la idea del “honor de hombre” (Barrientos, et al., 2013). Si bien estas conductas son factores desencadenantes de la VIF que aparecen en las denuncias y en las entrevistas realizadas para esta investigación, esta mirada carece del enfoque de género. La mayoría de las mujeres, teniendo situaciones similares a las de sus parejas, no reaccionan de la misma manera y son las más agredidas, lo que deja ver que subyacen factores de asimetrías de poder en esta forma de violencia.